Ha llegado el momento de hablar con tu hija (o hijo, evidentemente) de sexualidad, un tema que, sin duda alguna, te preocupa. Llevas tiempo dándole vueltas y quieres tratarlo, pero hasta ahora no has tenido ocasión de abordarlo en serio. ¿Serán tus prejuicios o a lo mejor no la veías suficientemente predispuesta o preparada? Sea lo que fuere, una cuestión tan esencial como el sexo y todo lo que le rodea no puedes demorarla más, así que te has propuesto que de esta semana no pasa. Incluso sabes cómo: os sentaréis en una mesa (la de casa mejor) y charlaréis un rato largo y tendido. ¡Error! Que sepas que vas demasiado tarde, y precisamente sentarla a una mesa para hablar no es la mejor manera de afrontar este asunto. ¡Palabra de expertos!
“El tema de la sexualidad no ha de formar parte de ninguna sentada. Continuamente estamos rodeados de sexualidad: un anuncio de televisión, en las noticias... Se trata más de, por ejemplo, si estás con ella viendo una serie, en la que se ve a dos personas en la cama y se intuye que debajo de las sábanas están haciendo penetración y ella tiene un superorgasmo, entonces puedes decir: ‘¡Anda ya! Esto no funciona así. ¡Con una penetración no tienes este tipo de orgasmos!’. Es más educativo esto que lo que hables con ella sentada a una mesa”, comenta la sexóloga y terapeuta de pareja, Marina Castro.
Hay que aprovechar los momentos espontáneos que surgen y se dan en la relación con tu hija para ir aportando tu sabiduría y tus conocimientos. “Cada vez que emergen estas inquietudes, como padres las tenemos que ir captando y resolviendo”, señala Castro.
A continuación te damos unas pautas para abordar la sexualidad en función de las edades. Un trabajo de hormiguita, de ese que irás haciendo como si no hicieras nada pero a la larga (y a la corta también) podrá dar buenos frutos. Seguro.
De 0 a 3 años
La niña experimenta en esta etapa el ‘cómo soy yo’ y ‘cómo funciono’. Ya se pueden empezar a explicar las cosas. De hecho, según los expertos, todos los temas se pueden hablar en todas las edades. Lo que cambia son los detalles en los que profundizamos.
La prostitución, por ejemplo, se explicará diferente a una niña que a una adolescente. “A esta edad será difícil que pueda entender la prostitución, con lo cual será fácil que busques una ‘excusa’ como que están toman el sol en la carretera, pero este argumento no te sirve a los 10 o 12 años, cuando a lo mejor podrás tener un debate interesante acerca de ello con tu hija”, aclara Castro.
La niña empieza también a descubrir y a tocarse los genitales. Así que podemos ir nombrándolos todos: labios externos, internos, el clítoris como un botoncito de las cosquillas... Y es que, aunque no lo parezca, también se puede hacer educación sexual en niñas de menos de 1 año.
Acompañar la explicación de los genitales con alguna ilustración puede ser más dinámico. Lo sabe bien la ilustradora Cristina Torrón. Tras ser madre, experimentó en su propia piel que tenía que dar explicaciones a sus hijos y según qué explicaciones le costaban más. Con sus dibujos, sin embargo, le pareció todo más fácil, y optó por publicarlos para ayudar a otros padres en la tarea.
En sus viñetas, por ejemplo, hay vulvas con ojos y boca, espéculos personificados, bragas menstruales que hablan y explican para qué sirven... “Las madres necesitamos herramientas para los hijos porque de golpe hacen preguntas y te cogen desprevenida, y con los dibujos y un vocabulario fresco es más divertido”, indica Torrón, creadora del proyecto Menstruita, una herramienta digital para hablar con fundamento con las niñas y adolescentes sobre temas como la sexualidad, la menstruación o el feminismo.
Precisamente, en junio pasado tuvo lugar el primer congreso Menstruita Power con el objetivo de promover una mejora en la educación sexual femenina y explicar a madres y futuras madres cómo tender puentes para facilitar el diálogo con sus hijas y dar un giro a sus propias creencias. “El congreso estaba enfocado para niñas, pero mi sorpresa fue que lo vieron más adultas que menores. Esto demuestra que los tabúes y el desconocimiento que pensamos que tienen las niñas lo tenemos todas”, argumenta Torrón, que es autora del libro La regla mola (si sabes cómo funciona), junto con Anna Salvia.
De 3 a 6 años
La niña experimenta entre los 3 y 6 años ‘el cómo soy yo’, ‘si soy niño o soy niña’ y los identifica: ‘esto es un niño y esto una niña’. Es importante, según los especialistas, definirle en esta fase los conceptos de niño y niña. “Pero hay que flexibilizar respecto al género. No todo el mundo tiene los genitales definidos, existe la intersexualidad, y hay que ampliar el concepto en referencia también a las personas que no son cisgénero (individuos cuya identidad de género coincide con su fenotipo sexual), es decir, a las transexualidades”, puntualiza Castro.
En esta etapa, se pueden dar situaciones como que te encuentres orinando en el water y ella pone la cabeza en medio de tus piernas. “Puedes aprovechar para explicarle que mamá tiene pelo porque es una persona más mayor y que las niñas tienen tres agujeros: uno para pipí, otro donde salen los bebés y un tercero para la caca. Algo sencillo. Si no, a veces, luego hay chicas que usan tampones y preguntan si pueden orinar con el tampón puesto”, comenta esta sexóloga.
La franqueza y espontaneidad ha de imponerse en cualquiera de las fases. “Desde bien pequeños se puede hablar de los genitales externos con naturalidad: la vulva, el pene... Y a medida que las niñas se hacen mayores se puede hablar del embarazo y de las diferencias del cuerpo. También de los cambios de la pubertad antes de que se produzcan, como del crecimiento de las mamas, de la vulva, de los testículos y el pene, la salida de pelo en las axilas y el pubis, crecimiento en peso y altura y cambios den la voz y el olor corporal, el crecimiento corporal en general”, comenta Núria Parera, ginecóloga y jefe de la Unidad de Ginecología de la Infancia y Adolescencia de Dexeus Mujer.
En esta fase, no hay que olvidarse de tratar el abuso. Dejar claro que nadie ha de tocar su vulva porque es una cosa íntima y nadie que ella no quiera, o nadie mayor que ella, ha de hacerlo. Una norma que le servirá para siempre. Con esto no sólo hace prevención en la educación sexual infantil sino también se asientan las bases de una manera de funcionar de cara a la etapa adulta. También es importante dejarles claro ideas como: “Si yo quiero dar un beso pero tú no quieres, pues no lo doy. Hacerles ver que tienen derecho a decir que no, que es su cuerpo, que no lo han de tocar si ellos no quieren, hay que proteger a la víctima y que aprendan a respetar los límites. Tenemos que educar también para evitar que el menor se convierta en un agresor”, insiste Castro.
Ya a una temprana edad, además, se les pueden ir introduciendo los cambios por los que pasa el cuerpo. “No esperar a que venga la regla para explicarla, sino cuando la madre se cambia por que tiene la menstruación se puede aprovechar para explicar porqué se tiene y qué maneras hay de pasarla”, precisa Castro, que en su página web propone un listado de recomendaciones bibliográficas para diferentes edades y situaciones. Entre ellas, destacan los libros: El diari vermell de la Carlota de Gemma Lienas para la adolescencia, En Bru es fa gran de Mònica Peitx indicado para la preadolsecencia y On vas, Guillemí? de Nicholas Allan, en la infancia.
Y es que siempre puede haber en casa libros adecuados a cada etapa. Una opción de fomentar la educación sexual es comprar un libro y dejarlo en un lugar accesible. Cuando tu hija tenga la inquietud ya lo cogerá de la estantería. Eso sí, libros didácticos, que puedan mirar y curiosear. Y que resuelvan dudas al respecto.
En el ordenador también se puede tener un espacio donde guardar las páginas interesantes. “Con 14 años podrás acompañarla a buscar cosas por internet sobre sexualidad, pero no a los 17 años, en que ya lo hará por cuenta propia, y lo importante es que tenga criterio para discernir. Que vea que es una persona especializada que ha estudiado esto y que sabe del tema. Que es una buena página, en definitiva. Entonces, la guardamos. Y puedes guardar páginas no sólo de sexo, sino también de drogas”, añade esta sexóloga.
Los padres no siempre han de tener todas las respuestas, y no siempre tienen que mostrarse cómodos con el tema. “El primer paso para educar en la sexualidad es crear con tu hija o hijo una relación de confianza y seguridad. Es importante que sienta que puede hablar, dudar y preguntar libremente sobre cualquier tema sexo-afectivo. Se trata de crear una relación donde, a pesar de la incomodidad, podamos hablar de ello y transformar estos momentos incómodos en momentos claves para hablar de los temas que realmente les preocupan o no tienen claros a nivel sexual. En definitiva, transformarlos en momentos para educar y no solo para informar”, precisa Laura Galimberti. psicóloga, psicoterapeuta, sexóloga y terapeuta de pareja.
Y otro consejo: no te olvides del espejo. Una herramienta fundamental, según los especialistas. ¿Para qué? Para mirar la vulva. “En el momento que haces nariz, ojos, orejas... pues también puedes hacer vulva, labios internos y externos... Siéntate con un espejo, podéis hacerlo varias veces y juntas. Y no lo hagáis sólo una vez con 2 años y nunca más porque cuando llega la adolescencia podéis ver cómo ha cambiado o cómo está la zona”, describe Castro.
Aunque esta práctica pueda sonar extraña para alguien, esta sexóloga aclara, que es “igual como si hiciéramos un repaso a la boca, porque los niños no tienen prejuicios. Los prejuicios son nuestra mochila, no la de los niños. A los niños les es igual una vulva que una boca, no hay diferencia. La diferencia surge si una cosa la puedes explorar y la otra no. Si ella nunca se la ha podido mirar y tocar, a lo mejor pensará que es porque es mala, fea y sucia. Somos los mayores quienes tenemos los tabúes. A los niños les explicas algo y lo entienden”, subraya.
“El problema es que se explica mucho la biología, pero no cómo te sentirás. No se avanza en complejos físicos, y existen todavía muchas vergüenzas del cuerpo. La gente hace sexo oral y tríos y no es capaz de quitarse la ropa ante la pareja porque creen que su cuerpo es asqueroso, y si no te conoces o no respetas tu cuerpo, lo que construyas sobre esta base será inestable”, destaca esta sexóloga.
De 6 a 8 años
A partir de 6 años, la niña se pregunta ‘de dónde he salido’ y ‘los bebés de dónde salen’. No les vale que vienen del vientre de la madre. Se preguntan ‘cómo he crecido dentro’ y ‘cómo lo he hecho para salir’ y también ‘cómo he entrado dentro’. En definitiva, la gran pregunta: cómo se fabrican los niños. Como padres hay que explicar la reproducción, pero no simplemente como tal, sino también todo aquello que hace referencia a la comunicación, al afecto y el hecho de hacer el amor como algo lúdico y de diversión .
“El sexo es mucho más que un simple acto que sirve para reproducirse o un acto lúdico. El sexo para empezar es placer. Los seres humanos somos seres sexuados desde el momento en que nacemos hasta el último día de nuestra vida. La sexualidad no empieza con la pubertad o en una etapa concreta de nuestra vida. La sexualidad y el placer nos acompañan a lo largo de toda nuestra vida. La diferencia está en la manera en que expresamos nuestra sexualidad y afectividad en función de nuestra edad y madurez emocional y afectiva”, resalta Galimberti.
Otra cosa, según añade esta experta –que también es directora del postgrado de Intervenció Sistèmica Breu en Violències Familiars de la Universitat de Girona (UdG)–, es la sexualidad adulta, es decir, las relaciones sexo-afectivas que mantienen dos o más personas adultas. “En este apartado entraría el aspecto de la reproducción, el aspecto lúdico, la genitalidad y no genitalidad de la sexualidad, y también todo lo que tiene que ver con educar en la diversidad, en la afectividad y en el respeto de uno mismo y del otro”.
Es ahora, en esta franja de edad, cuando la niña vive una evolución de su curiosidad. Por lo tanto, es un buen momento para hablar de la intimidad y del secreto que rodea el tema de los abusos. “Hay tres claves importantes: los genitales no te los puede tocar nadie que sea mayor, o más pequeño si tú no quieres. Sólo me los toco yo para divertirme y los adultos no me pueden tocar. En segundo lugar, tengo derecho a decir no bien fuerte cuando no quiero que alguien me toque o me haga algo, y he de respetar los no de los otros. Si alguien algún día te toca ahí, es esa persona quien lo está haciendo mal. Y en tercer lugar, si te dicen que hay que guardar el secreto has de saber que un secreto te tiene que hacer sentir bien y feliz, si te hace sentir mal siempre lo tienes que explicar. Y explicarlo a la madre y a la maestra, a dos personas, porque la gente no siempre sabe reaccionar “, precisa Castro.
En esta etapa también tendrían cabida, por ejemplo, abordar más a fondo temas como la masturbación, la atracción sexual y las relaciones sexuales entre personas. “Como un aspecto fundamental de nuestras vidas. Cada persona puede ser diferente y se tienen que respetar estas diferencias. Hay que hablar de las cosas buenas de la sexualidad: la estima, el placer, la posibilidad de compartir la sexualidad con otras personas, el amor, la posibilidad de tener hijos... Y también de las cosas malas: las infecciones de transmisión sexual, los embarazos no deseados, el abuso o sexual, así como la prevención de infecciones de transmisión sexual y de métodos anticonceptivos en función de la edad”, precisa Parera. Según esta ginecóloga, “lo más importante es la propia persona, y que se han de respetar sus ideas y deseos, y que nunca se haga daño al otro, tal como no queremos que nos hagan daño a nosotros”.
Aunque de más pequeña ya hayas introducido el tema, puedes entrar también más en detalle sobre la reproducción asistida si es el caso. ¿Cómo? Aquí va una posible respuesta, según Castro: “El semen no podía entrar en el cuerpo de mamá, o bien a mamá algo no le funcionaba bien, y hoy día hay médicos que nos ayudan a hacer un tratamiento. Mamá necesitó ayuda porqué tenía muchas ganas de tenerte”, expone esta sexóloga. Pero cuando tu hija tenga ya 10 años, querrá saber más: ‘qué tipo de ayuda tuviste mamá’ o ‘cuántos éramos’, o ‘porque me escogieron a mi’ y ‘qué habría pasado si hubieran nacido los otros en vez de yo’.
De 8 a 12 años
A esta edad la niña se da cuenta de que: ‘estoy cambiando y mis compañeros también cambian’. Es el tiempo de ‘qué pasa con mi cuerpo, de la regla...’.
La menstruación es uno de los cambios más importantes en la evolución de las mujeres y nos muestra que la pubertad evoluciona adecuadamente, según informan desde Dexeus Dona. “Se puede explicar que la llegada de la menstruación y la primera eyaculación suelen suceder cuando la pubertad ya está más avanzada y que todo forma parte del crecimiento normal de la persona, y que puede haber diferencias de una persona a otra, ya que no todos somos iguales”, precisa Parera.
En esta edad, además, nos hallamos ante la fase de la autoexploración. “La del no me entiendo y no me entienden. Quieren saber qué se hace en el sexo. Quieren respuestas sobre la genitalidad. Que les expliquen las prácticas que la gente hace (no solo la penetración)”, precisa Castro, quien insiste en transmitir que el acto sexual se hace desde la responsabilidad y desde el conocimiento en el momento que la persona esté preparada.
Entre 8 y 12 años los jóvenes ya se masturban a conciencia. “Si se quieren tocar, se les puede dejar incluso a su alcance algo tan sencillo como lubricante, o algún juego masturbador externo para que exploren sensaciones”, propone esta sexóloga. Es el momento de seguir y de ir más al detalle en los temas del aborto, las enfermedades de transmisión sexual, la prostitución... Si ellos no los verbalizan, ahora ya los sacamos nosotras.
Uno de los conceptos que hay que dejar muy claro, según los especialistas, es que no todo lo que sale en las películas pornográficas es verdad. “El porno tiene mucha mentira. Hay mucha ciencia-ficción. No se da placer a la gente y no tiene que ver con la realidad ni con lo que nos encontramos cuando lo intentamos hacer. Van directo a la penetración de las prácticas sexuales. Aquí se puede poner de relieve el rol de la sensualidad y el erotismo, y que la genitalidad es muchísimo más que la penetración”, apunta Castro.
En el mismo sentido, Torrón añade que “la publicidad también ha hecho mucho daño en este aspecto. Y de la misma forma tenemos que desaprender muchas creencias que nos limitan, nos acomplejan y nos hacen sentir inseguras”. Según explica, “el porno ha influido mucho en el concepto que tenemos sobre lo que es una relación sexual. Todo gira en torno a la penetración y al placer masculino y esto es algo muy importante que hay que desterrar”.
Además, esta ilustradora lamenta que en la escuela la educación sexual está todavía “muy centrada en la reproducción y no se trata nada más. Sólo desde el punto de vista reproductivo masculino y femenino o de transmisión sexual... Pero no se aborda ningún tema de placer, emocional o de autoconocimiento. Si la escuela lo da, lo hace a través de talleres extraescolares”.
A partir de los 12 años
A partir de 12 años es cuando se empiezan a tener los primeros enamoramientos. Es época de importantes cambios. “Hay que decirles que si algún día tienen algún problema, el que sea, porque en algún momento u otro seguro que algo no irá bien, cuando esto ocurra, no se preocupen, que no pasa nada. Decirles que te avisen: Si estás embarazada o no te baja la regla, que te avisen y miramos cómo lo podemos solucionar juntas. Que no la regañarás”, apunta Castro.
Se les debe transmitir que, si alguien se equivoca, es importante explicarlo rápido. “Para solucionar de forma rápida cualquier problema que haya”, propone. También, si alguien abusa de ellas alguna vez, que lo expliquen en seguida. “Que no se duchen y que les acompañaremos a un hospital”, insiste esta sexóloga.
Si esperas a que tengan 17 años para hablar de todo esto, llegarás tarde. Todo lo que hay que tratar se tiene que debatir hasta segundo de ESO (en los 12-13 años), según los profesionales. El motivo es porque después están en otro estadio y ya no quieren discutir y hablar de ello con sus padres, sino con sus iguales, que son los que les interesan.
Fomentar la autoestima sexual
Y otro pequeño gran detalle: ten en cuenta de que a muchas, más allá de la menarquía (la aparición de la primera regla), la menstruación o las relaciones sexuales, nos habría ido bien saber que el amor no significa ceder siempre y que por encima de todo debes quererte a ti. “Quererse a uno mismo es básico para cualquier ámbito en nuestra vida y, por supuesto, también es clave en el ámbito sexual. Una buena autoestima sexual se consigue conociéndonos, y también tener una buena autoestima sexual nos permite conocernos mejor, porque nos permite explorar nuestra sexualidad y afectividad desde el placer, el respecto y la curiosidad. Cuando uno se quiere a si mismo y se valora como persona, se dará el permiso de decir lo que sí quiere en el sexo, y también se dará el permiso a lo que no quiere, o dicho de otra manera a decir que no”, indica Galimberti, profesora de Postgrado en Terapia Sexual de la Universitat de Girona (UdG).
En su opinión, tener autoestima sexual es seguir al pie de la letra lo que el sexólogo Antoni Bolinches define como la “regla de oro” en la sexualidad: “Haz siempre lo que quieres, no hagas nunca lo que no quieres y que lo que hagas respete tu escala de valores y la escala de valores del otro”.