La insuficiencia ovárica precoz (IOP), término acuñado en 2007 para sustituir al de fallo ovárico precoz (FOP) por expresar, según la Sociedad Española de Fertilidad, “con más rigor un deterioro progresivo de la función ovárica”, es una patología que consiste en el agotamiento de la reserva ovárica antes de los 40 años, y afecta a una de cada 100 mujeres menores de dicha edad. Su consecuencia más evidente es la repercusión negativa sobre la fertilidad y la consecuente dificultad para lograr el embarazo de las mujeres a las que se les diagnostica este problema.
Uno de los principales síntomas de IOP, y el más llamativo, es la ausencia de la menstruación (amenorrea) al no producirse la ovulación, pero también los sofocos, la sequedad vaginal, o los trastornos del sueño pueden aparecer en la mujer que lo sufre debido a la falta de estrógenos. Son signos muy similares a los que se producen cuando llega la menopausia, de ahí que popularmente se conociera este síndrome como 'menopausia precoz', con la diferencia de que en este caso se trata de una patología, y no del adelanto de un proceso fisiológico natural, por lo que el enfoque multidisciplinar es fundamental para poder abordar sus consecuencias físicas, pero también las repercusiones psíquicas.
La prevalencia de la insuficiencia ovárica precoz es, según explica Beatriz Álvaro, ginecóloga especialista en Endocrinología Ginecológica y Reproducción en Dexeus Mujer, de en torno al 1% a los 40 años, del 0,1% a los 30, y del 0,01% a los 20. “A medida que nos acercamos a los 40 es más frecuente, pero no es una patología que podamos definir como habitual”, explica.
Causas y diagnóstico de la insuficiencia ovárica precoz
En la mayoría de los casos, hasta en un 90% según la ginecóloga, el origen de esta enfermedad es de naturaleza idiopática, es decir, se desconoce por qué se produce. La mayoría de las mujeres que la padecen han pasado por un proceso de desarrollo reproductivo normal: menarquia, menstruaciones regulares, e incluso procesos de embarazo y parto. Se cree que en algunas pacientes puede deberse a un problema genético.
Más claro está en casos en los que ha habido previamente algún tipo de intervención ovárica, una enfermedad autoinmune o un tratamiento de radioterapia o quimioterapia, situaciones tras las cuales se puede producir la insuficiencia ovárica precoz.
Para el diagnóstico de la insuficiencia ovárica precoz, el especialista recoge información sobre los antecedentes familiares, personales y ginecológicos (edad de la primera regla, regularidad de los ciclos, uso de anticonceptivos...), además de proceder a un examen físico y a una evaluación ginecológica, consistente en una ecografía y una analítica de sangre. A través de esta prueba se pueden conocer los niveles de hormonas como el estradiol o el folículo estimulante (FSH), fundamentales para el funcionamiento correcto de los ovarios.