Pérdida de memoria

Estar más despistada, no recordar algunas palabras y tener problemas de concentración son habituales en la menopausia. Se deben a las fluctuaciones hormonales y afectan a un 60% de las mujeres.
Pérdida de memoria
Estar más despistada, no recordar algunas palabras y tener problemas de concentración son habituales en la menopausia. Se deben a las fluctuaciones hormonales y afectan a un 60% de las mujeres.

A partir de los 45 años es habitual olvidarse de citas, nombres o datos que antes recordábamos sin problema, y puede que nos cueste concentrarnos o realizar varias tareas a la vez. Estos cambios pueden detectarse mucho antes de llegar a la menopausia, o ser los primeros en aparecer. Y es que antes se creía que los cambios de esta etapa solo implicaban el fin de la salud reproductiva, pero hoy sabemos que las alteraciones hormonales generan cambios a nivel neurológico.

Los estrógenos cumplen funciones de neuroprotección, crecimiento y reparación celular a nivel del sistema nervioso central, estimulan la plasticidad cerebral, intervienen en el estado de ánimo y aseguran el adecuado consumo de glucosa, que es la principal fuente de energía del cerebro. Hay cinco regiones cerebrales que son esenciales en esta interacción con los estrógenos: el sistema límbico, que se encarga de los impulsos y respuestas emocionales; el hipocampo, que es el centro de la memoria; la amígdala, que integra el contenido de los recuerdos con emociones; el giro cingulado, que interviene en el procesamiento emocional y el aprendizaje, y la corteza prefrontal, involucrada en la atención, el lenguaje y la coordinación emocional. Por este motivo, las alteraciones hormonales pueden producir modificaciones en todas estas funciones.

En general, se trata de un problema transitorio, que suele aparecer en la perimenopausia y menopausia temprana, y que desaparece cuando se equilibran las hormonas. Pero el envejecimiento también afecta a la memoria y a la actividad cognitiva, por lo que es importante realizar actividades que contribuyan a estimular la actividad cerebral y a mantener una buena salud mental. Si estos cambios son severos se debería realizar una adecuada evaluación por neurología para descartar otros tipos de déficits o deterioro cognitivo.

Tratamientos para la pérdida de memoria

Respetar los horarios de sueño y descanso, seguir un estilo de vida saludable e incluir en la dieta alimentos ricos en antioxidantes y ácidos grasos omega 3, mantener el cerebro activo con actividades que nos resulten estimulantes (leer, aprender idiomas, practicar juegos mentales, etc.) y evitar el estrés son algunas medidas que pueden ayudar a combatir estos síntomas. En nuestro centro contamos con expertos que ofrecen asesoramiento y diversas técnicas y terapias que pueden ser útiles

Preguntas frecuentes

A través de preguntas específicas podemos evaluar si hay presencia de estrés (y en analítica también, si hay niveles elevados de cortisol), pero no siempre podemos identificar la causa. La terapia hormonal en estos casos puede resultar diagnóstica y terapéutica, porque si hay mejoría es porque las variaciones hormonales eran la causa.

No se puede determinar el tiempo con exactitud, pero algunos estudios mencionan una mejoría alrededor de los 4 años posteriores a la fecha de última regla.

Lo ideal es siempre consultar a ginecología para realizar una evaluación inicial. Si existen múltiples antecedentes de demencia en la familia o sintomatología grave, realizaremos interconsulta con neurología para que realicen evaluaciones más extensivas.

Sí, sabemos que la terapia hormonal es un buen pilar terapéutico en estos casos.

Totalmente. Numerosos estudios, e inclusive algunos recientes en pacientes en esta etapa de la vida, han demostrado que aquellas que realizaban ejercicio tenían una disminución del 30% del riesgo de desarrollar una demencia en comparación con mujeres sedentarias. Esto ocurre porque el ejercicio físico mejora la circulación cerebral, disminuye la atrofia cerebral e inhibe la acumulación de placas de la enfermedad de Alzheimer.

La dieta mediterránea, priorizando alimentos ricos en antioxidantes (principalmente vitamina C, E, selenio y beta caroternos). Priorizar vegetales de hoja verde y crucíferas, que ayudan a controlar el sistema hormonal y nervioso. Evitar el consumo de alcohol y tabaco. La fitoterapia puede ser beneficiosa, entre ellos la Bacopa monnieri, Gingko biloba, Ginseng, cúrcuma. La vitamina B12 también es esencial para el funcionamiento cognitivo.