Aparición de grasa localizada por la menopausia

Los cambios en el estilo de vida y nuestra propia genética son los que suelen jugar un papel más destacado en el aumento de peso, mientras que la menopausia en sí afecta más bien al lugar donde las mujeres acumulan la grasa.
Aparición de grasa localizada por la menopausia
Los cambios en el estilo de vida y nuestra propia genética son los que suelen jugar un papel más destacado en el aumento de peso, mientras que la menopausia en sí afecta más bien al lugar donde las mujeres acumulan la grasa.

Siempre se ha dicho que la menopausia, el momento en que una mujer deja de menstruar durante doce meses consecutivos y sus ovarios dejan de funcionar, provoca aumento de peso, pero esto no es del todo cierto. 

En realidad, son los cambios en el estilo de vida y nuestra propia genética los que suelen jugar un papel más destacado en ese aumento de peso, mientras que la menopausia en sí afecta más bien al lugar donde las mujeres acumulan la grasa. Se trata de un proceso que comienza mucho antes de su llegada, durante la fase de la perimenopausia. 

De hecho se estima que, a partir de los 30 años, la composición corporal de la mujer comienza a cambiar progresivamente, con una disminución de la masa muscular de entre un 3 y un 8% por década. Tras la llegada de la menopausia, este proceso se vuelve incluso más pronunciado y evidente.

Causas de la aparición de grasa localizada durante la menopausia

El estrógeno es una hormona sexual femenina crucial en el mantenimiento de la composición corporal. Su reducción durante los primeros años de la menopausia provoca un descenso de la masa magra, que incluye el peso de los músculos, los huesos y los órganos, y el aumento de la masa adiposa o grasa.

Al principio de este proceso, es posible que no haya ningún cambio de peso, ya que el músculo pesa más que la grasa. Pero esta pérdida de masa muscular facilita que el organismo acumule grasas incluso comiendo lo mismo, ya que los músculos queman más calorías.

Esto contribuye notablemente a provocar un cambio en el aspecto general del cuerpo de la mujer, ya que los patrones de acumulación de grasa cambian y su contribución al peso corporal total es superior.

Síntomas principales

Grasa abdominal

Uno de los primeros síntomas de este cambio en la distribución de la grasa por la caída del estrógeno es el aumento de la grasa abdominal. La grasa ya no se acumula tanto en la zona de las caderas y los muslos y comienza a ascender al área central del cuerpo. Además la peligrosa grasa visceral, que rodea todos los órganos del área del abdomen, tiende también a aumentar.

Este cambio provoca que, tras la menopausia, la grasa abdominal alcance el 15 o 20% de la grasa corporal total, favoreciendo el desarrollo de obesidad abdominal. Por todo ello, hay que tomar consciencia de que no estamos solo ante un problema estético, sino ante un posible problema de salud.

Sensación de hambre

El desequilibrio hormonal contribuye al aumento de peso porque altera la regulación de la sensación de la saciedad, provocando que las señales sean menos efectivas debido a la fluctuación de los niveles de estrógeno. Durante la menopausia, muchas mujeres experimentan una mayor sensación de hambre, lo que les lleva a ingerir más cantidad de alimentos.

Tratamientos para la grasa localizada

Preguntas frecuentes

En primer lugar, debemos cuidar la nutrición. Es importante reducir el consumo de productos ultraprocesados, platos precocinados, carbohidratos refinados, bollería, azúcar y alcohol. Debemos favorecer una dieta equilibrada en la que estén presentes proteínas, legumbres, frutas, verduras, probióticos y grasas saludables, como las monoinsaturadas y las poliinsaturadas. Esto favorecerá que controlemos nuestro peso y, lo que es más importante, evitará que desarrollemos resistencia a la insulina.

El segundo paso es controlar las porciones que consumimos. Cuanta menor sea nuestra masa muscular, menor será nuestro consumo de calorías. Si nota una mayor sensación de hambre, céntrese en productos ricos en fibra y bajos en calorías que le permitan consumir mayores porciones para aumentar la sensación de saciedad sin aumentar excesivamente la ingesta calórica diaria. En todo caso, tampoco baje demasiado el consumo de calorías, ya que puede provocar que su metabolismo basal disminuya. Si tiene dudas, consulte con un especialista en nutrición para que le oriente.

Cualquier ejercicio es mejor que llevar una vida sedentaria, así que lo principal es encontrar un algún ejercicio o deporte con el que disfrute, ya que es mucho más probable que así pueda mantener el hábito a largo plazo. Lo ideal si no estamos acostumbrados es comenzar poco a poco e ir aumentando la intensidad del ejercicio con el tiempo.

El ejercicio moderado, como caminar rápido o dar un paseo en bicicleta, nos ayudará a elevar el ritmo cardiaco y a aumentar nuestra resistencia. Una vez que hayamos ganado confianza, podemos pasar a un ejercicio más intenso, como correr o nadar.

No obstante, durante la menopausia, el entrenamiento de resistencia y el entrenamiento con pesas, bandas de resistencia o incluso nuestro propio peso corporal tiene especial importancia, ya que no solo ayuda a perder grasa y aumentar la masa muscular, sino que también previene la osteoporosis y baja los niveles de cortisol.

Existen múltiples tratamientos de uso tópico que, especialmente cuando se aplican con un masaje, ayudan a tonificar y a reducir volumen en las zonas con grasa localizada.

Si lo que busca es un tratamiento profesional más efectivo, pero sin recurrir a la cirugía, la mesoterapia es una opción muy recomendable, ya que tiene un efecto reafirmante que contribuye a eliminar la grasa localizada y a remodelar la silueta en cualquier zona del cuerpo.