Longevidad y calidad de vida
Tesoros: la vida vivida, un presente con calidad
Convencionalmente la vejez se sitúa a partir de los 65 años, aunque el aumento de la esperanza de vida ha revolucionado el concepto que se tenía de este periodo vital. No debemos considerar esta etapa como de decadencia, sino como una oportunidad para emprender muchas actividades y disfrutarlas más que nunca.
La mujer experimenta los efectos a largo plazo de la menopausia. Sin embargo, su incidencia y la forma en que los viva dependen de la prevención y los hábitos saludables adquiridos en pro de una buena calidad de vida.
Los tesoros de la existencia vivida y de la plenitud del presente se leen en la mirada de sabiduría, experiencia y serenidad de las mujeres ancianas. Su testimonio es también un valioso tesoro para toda la sociedad.
Longevidad versus envejecimiento
El envejecimiento es la suma de todas las alteraciones que se producen en un organismo con el paso del tiempo y a lo largo de toda la vida. De hecho, empezamos a envejecer en cuanto termina el desarrollo.
La OMS define el envejecimiento como un envejecimiento activo. Es el “proceso de optimizar las oportunidades para la salud, la participación y la seguridad para facilitar la calidad de vida a medida que las personas ganan años”.
Aumento de la esperanza de vida
Con el aumento de la esperanza de vida, la práctica médica centra su interés en una nueva área del conocimiento: la longevidad. Ésta trata en profundidad los factores asociados con disfrutar de calidad de vida después de los 65 años.
No todos los individuos envejecen al mismo tiempo, ni todos los órganos, ni todos los sistemas del mismo individuo lo hacen simultáneamente. Puesto que el envejecimiento es un proceso continuo, la salud de una mujer anciana tendrá sus bases en la salud desarrollada durante toda su vida. Por tanto, cada mujer puede hacer mucho para ser agente de su propio envejecimiento positivo.
Qué hace la medicina. Qué puedes hacer tú: Farmacoterapia y hábitos saludables
Muchos de los largos y complicados tratamientos farmacológicos administrados a las personas mayores podrían reducirse adoptando buenos hábitos y un estilo de vida sano.
Farmacoterapia
El aumento de la esperanza de vida plantea un reto asistencial. Durante la vejez, es mayor la incidencia de enfermedades y frecuentemente se sufren varias a la vez. Como consecuencia, se suministran más fármacos, sin tener en cuenta que las personas mayores suelen ser más susceptibles a las interacciones medicamentosas y tienen más dificultades para seguir las instrucciones de prescripción, a veces complicadísimas.
Es necesario tener en cuenta que la cantidad de medicamentos que se administran al cuerpo y la sensibilidad de éste para asimilarlos determinarán una correcta respuesta farmacológica, cuya eficiencia, a su vez, se verá afectada por la edad y el deterioro fisiológico. Los médicos tratan cada vez más de evaluar los tratamientos para las personas mayores con sumo cuidado, evitan prolongarlos excesivamente e intentan disminuir el número de fármacos, comenzando por dosis bajas y estableciendo rutinas sencillas para las tomas. De esta forma se evita que el paciente sufra un mayor número de efectos secundarios sobre el organismo, como problemas gástricos, renales, hepáticos, de flujo sanguíneo, piel, etc.
Recomendaciones para la paciente:
- Considerar las alternativas no farmacológicas.
- No automedicarse.
- Comentar al médico todos los fármacos que se están tomando.
- Adoptar una actitud positiva ante la medicación.
Hábitos saludables
A) Eres lo que comes: una nutrición equilibrada previene las enfermedades
Es importante ajustar la alimentación para mantener el equilibrio y cubrir las necesidades energéticas, que varían según la edad. Una dieta inadecuada se relaciona con distintos problemas de salud, como el sobrepeso, el aumento del colesterol, la hipertensión y algunos tipos de cánceres.
B) Dieta mediterránea: ¿Por qué es tan recomendable?
Incluye alimentos y nutrientes cuya composición favorece la salud, por su bajo contenido en grasas saturadas, colesterol y sal. Comprende una gran cantidad de verduras, frutas y legumbres, aceite de oliva y pescado azul, un consumo moderado de vino y leche, productos lácteos, especialmente en forma de quesos, y una baja ingesta de carne roja.
C) Recomendaciones:
- Ingerir sólo la energía que se va a gastar.
- Dieta adecuada: Mayoritariamente vegetal, con poca carne y pescado y con agua suficiente.
- Repartir la ingesta en 4 o 5 comidas al día.
- Cocinar de forma sencilla.
- Incluir alimentos que nos gusten pero que no sean perjudiciales.
- Convencerse de que la alimentación es un pilar básico para alcanzar un buen estado de salud y conservarlo.
- Practicar ejercicio, de forma moderada y regular.
¡A dormir! Buenas noches...
Dormir y descansar es muy importante para mantener una buena calidad de vida. Recomendaciones de higiene del sueño en la segunda mitad de la vida:
- Se debe mantener un horario fijo a la hora deacostarse y levantarse.
- Debe evitarse comer demasiado por la noche, antes de acostarse, así como las bebidas alcohólicas y el café.
- Se recomienda la siesta sólo si existe una fragmentación de sueño nocturno o no se consigue dormir las horas adecuadas, para poder contrarrestar el déficit de descanso por la noche.
- Es necesario mantener una rutina regular y evitar las actividades estimulantes antes de acostarse.
- Conviene no beber líquidos tres horas antes de acostarse para así disminuir la necesidad de levantarse a orinar por la noche (nicturia).
- Se utilizará la cama sólo para dormir o practicar sexo.
- Es recomendable practicar algún ejercicio físico durante el día.
Ejercicio físico: Ponte en marcha
El sedentarismo es un importante factor de riesgo cardiovascular y conduce a un deterioro de la masa muscular y del esqueleto. El envejecimiento, por su parte, provoca una pérdida progresiva del desarrollo muscular. Esto, sin embargo, no significa que se pierda la capacidad de mejorar el sistema muscular: con un programa de entrenamiento adecuado es posible contrarrestar parcialmente los efectos del envejecimiento.
Una persona físicamente activa envejece más lentamente, al mantener su capacidad funcional durante un mayor periodo de tiempo. El ejercicio físico es ideal para la prevención y el control de muchas de las patologías crónicas más comunes en el mundo occidental.
Los ejercicios más recomendables son los dinámicos, o isotónicos, y aeróbicos. Correr, nadar, caminar, montar en bicicleta..., en intensidades de suave a moderada.
Antes de empezar, es necesario someterse a una evaluación médico-deportiva para conocer el estado general de salud y la condición física de la persona, y poder determinar qué entrenamiento físico es más conveniente.
La práctica de ejercicio físico indiscriminado, descontrolado, sin programación ni orientación por parte de personas cualificadas puede llegar a ser tanto o más perjudicial que la propia inactividad y desencadenar lesiones musculares y complicaciones de tipo cardiovascular, con riesgo incluso para la propia vida.
Un ejercicio para cada persona: Los programas de ejercicio en las personas mayores deben ser ante todo individualizados y dirigidos a trabajar las cualidades físicas que pueden entrenarse en esta etapa de la vida.
El disfrute de la longevidad
Un envejecimiento sano y satisfactorio incluye las relaciones sexuales. Las personas mayores pueden seguir disfrutando de una sexualidad placentera adaptada a las características y las necesidades de esta etapa vital.
Si se ha mantenido durante toda la vida una práctica sexual continua y equilibrada y se cuida el estado de salud en general, se podrán asumir mejor los cambios fisiológicos que puedan hacer variar la conducta sexual. Y ésta se podrá adaptar a otras prácticas más allá del coito, orientándola hacia una sexualidad más tranquila y más afectiva.