Puede que sí o puede que no sepas qué contestar. Pero, en cualquier caso, es un tema que te interesa. A ti y a todas las mujeres, ya que es un dato que aporta información clave para poder tomar decisiones sobre la maternidad, si no descartas ser madre en un futuro.
Averiguarlo es muy sencillo, ya que basta con hacer una ecografía vaginal y una analítica de sangre. De hecho, puedes pedir que la valoren en tu revisión ginecológica de control anual. Pero antes de contarte cómo se mide, es importante conocer algunos conceptos básicos sobre este tema, que la Dra. Marta Devesa, ginecóloga de nuestro centro, explica en este post.
La reserva ovárica puede variar de unas mujeres a otras, pero para todas es finita y está completa desde el nacimiento. Es decir, nacemos con todos los óvulos que potencialmente podremos utilizar a lo largo de nuestra vida. De hecho, alcanza su máximo en la semana 20 intra-útero (6-7 millones) y, a partir de ese momento, empieza el descenso. Pero, no te preocupes, porque al principio es muy progresivo. En el momento de nacer tenemos entre 1 y 2 millones de folículos. En la pubertad, unos 400.000. Cada mes, durante el ciclo menstrual, vamos liberando y perdiendo una cantidad variable, pero limitada, hasta llegar a la menopausia, en la que el número de óvulos es inferior a 1.000.
El descenso más significativo empieza a partir de los 35 años, a partir de ahí el ritmo de pérdida se acelera de año en año. Por ello es recomendable tener hijos antes de esa edad, con el fin de tener más probabilidades de lograr un embarazo. También debes saber que el hecho de ser joven o de tener menstruaciones regulares y abundantes no significa que tengas una buena reserva ovárica. Por lo tanto, es importante que conozcas cuál es tu reserva ovárica cuando eres joven, aunque ni siquiera estés pensando en la maternidad.
Es verdad que antes de los 30 años pocas mujeres se plantean ser madres, y saber que tienes una baja reserva ovárica a los 25 o 30 años puede causar un cierto estrés o presión añadida. Pero, en realidad, es mejor disponer de esa información cuando eres joven para tener una mayor capacidad de maniobra, que enterarte cuando te acercas a los 40, una etapa en la que la calidad de los óvulos suele ser menor y es más difícil lograr un embarazo.
¿Qué se mira?
A continuación, te explicamos qué se valora al estudiar la reserva ovárica:
Recuento de folículos antrales: para hacerlo es necesario realizar una ecografía transvaginal, como hemos comentado antes. Los folículos antrales son como “bolsitas de líquido” en cuyo interior hay un óvulo en potencia. Cada mes, entre todos los folículos antrales, la naturaleza selecciona uno para ovular, y en cuanto esto sucede, el resto se pierden mediante un mecanismo que se conoce como atresia.
El mejor momento para hacer este recuento es la etapa comprendida entre el tercer y el quinto día del ciclo (siendo el día 1, el día en el que se inicia el sangrado). Si se detectan más de 10 folículos antrales (sumando los 2 ovarios), significa que la reserva ovárica es correcta, y si, por el contrario, hay menos de 7, la reserva será baja.
Las hormonas que se miden en la analítica de sangre para evaluar tu reserva ovárica son:
Hormona antimülleriana (AMH): esta hormona está producida por los folículos de los que hablábamos antes, los folículos antrales. Si es alta (por encima de 3,1 ng/ml), significará que la reserva ovárica es elevada. Si, por el contrario, es baja (menos de 1 ng/ml), indica que la reserva está disminuida y la ventana reproductiva, es decir, el tiempo de vida fértil, será más corto, se acabará antes. Es un magnífico marcador de reserva ovárica y también es útil para conocer cuál puede ser la respuesta a un tratamiento de estimulación ovárica. Pero atención: un valor bajo no quiere decir que en ese momento puntual no te puedas embarazar, sobre todo si eres joven; como ya hemos comentado, lo que indica es que la vida fértil se acabará antes. Este valor se puede medir en cualquier momento del ciclo menstrual.
FSH, LH y estradiol: la hormona folículo estimulante (FSH) se ocupa de activar los folículos, de seleccionarlos para que crezcan, la hormona luteinizante (LH) es la que induce la ovulación, y el estradiol es la hormona que fabrican los folículos según van madurando Todas estas hormonas también aportan información, pero para obtener valores válidos hay que hacer la analítica en los primeros días del ciclo menstrual (entre el tercer y quinto día). En general, valores de FSH por encima de 10 y/o estradiol basal mayor de 80 pg/ml indican una baja reserva ovárica, aunque pueden fluctuar entre ciclos (varían más de ciclo a ciclo que la hormona antimulleriana).
Lo primero, no alarmarte. En general, este hecho no significa que no puedas lograr un embarazo de forma natural, o que no puedas utilizar tus propios óvulos para lograrlo, a no ser que tengas una edad avanzada u otros problemas de fertilidad añadida. Pero sí hay que aceptar que es probable que tu ginecóloga/o te recomiende que visites a un especialista en reproducción, para que valore tu caso, y no descartar que tal vez tengas que recurrir a la ayuda de alguna técnica. Cuando el problema se detecta en mujeres jóvenes, que no desean ser madres a corto plazo, se puede optar por hacer un tratamiento de preservación de la fertilidad, que consiste en estimular los ovarios y posteriormente extraer y vitrificar los ovocitos, lo que te permite tener en reserva un número determinado de óvulos propios por si en el futuro los necesitas. La calidad de los óvulos vitrificados dependerá sobre todo de la edad a la que lo hagas, pero su competencia real no se conoce hasta que no se usan. Aunque no podemos garantizar nada, es una muy buena medida de prevención, pero te recomendamos que antes consultes siempre con el especialista, para asegurarte de si es recomendable hacerlo en tu caso concreto, considerando tu edad y circunstancias personales, o es mejor optar por otro tratamiento en el futuro. Las causas de una baja reserva ovárica pueden ser muchas y no siempre están asociadas a problemas de fertilidad. La edad es determinante, ya que a partir de los 40 años es un problema muy común, pero también puede estar relacionada con un fallo ovárico prematuro. Además de las causas genéticas, otras causas posibles de una baja reserva ovárica son: cirugía ovárica previa, quimioterapia o radioterapia previos, contaminación ambiental, hábitos de vida poco saludables y algunas patologías, como la endometriosis o enfermedades autoinmunes.
Si tienes dudas sobre este tema, puedes consultar con nuestros especialistas. Pero no te preocupes antes de tiempo. Cada mujer es distinta y es importante estudiar cada caso de forma individualizada para poder hacer una valoración global y tomar la mejor decisión. Lo más importante es que estés bien informada.