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¿Cómo afecta el tabaco a la fertilidad?

Sabemos que fumar es perjudicial para la salud. Favorece la aparición de problemas respiratorios, pulmonares, cardiovasculares y el desarrollo de diversos tipos de cáncer. Además, y, en el caso de embarazo, aumenta el riesgo de aborto espontáneo, parto prematuro, bajo peso al nacer, defectos congénitos y síndrome de muerte súbita infantil. Pero se habla poco, o muy poco, de su impacto en la fertilidad. Probablemente porque aún no se conocen bien los mecanismos de acción y porque no se ha establecido una relación directa de causa-efecto. Sin embargo, hay estudios que demuestran, claramente, su efecto tóxico.

Le quitamos importancia porque es un tema sobre el que no hay mucha información, y porque a pesar de ser un mal hábito, está socialmente aceptado. Así que casi nadie se lo plantea. Ni siquiera antes de concebir. Sin embargo, en el caso del esperma, muchos estudios han confirmado que la exposición al tabaco provoca daños. En el caso de las mujeres, no es tan evidente, como ya hemos comentado, pero se ha comprobado que fumar reduce la tasa de fecundidad y aumenta el riesgo de embarazo ectópico (implantación del embrión fuera del útero), un hecho que supone un riesgo para la salud de la madre y que impide que el embarazo siga adelante. También favorece que la menopausia se presente antes y que los síntomas que se asocian a esta etapa provoquen más molestias.

Y sí, hay mujeres que fuman que se quedan embarazadas y que tienen bebés sin problemas de salud, al menos aparentemente. Pero eso no significa que el tabaco no tenga un efecto negativo. De hecho, la exposición directa al humo ya lo tiene. Así que, si eres fumadora, no subestimes sus efectos.

La revista científica Human Reproduction, una de las más prestigiosas en este ámbito, publicó no hace mucho un estudio que relacionaba el hábito de fumar con la reproducción. Aunque hay muchos más. Este trabajo, en concreto, indicaba que el humo del cigarrillo contiene miles de componentes con diversos efectos (nicotina, nitratos, hidrocarburos aromáticos policíclicos, monóxido de carbono, benceno, amoníaco, alquitrán…) e incluso metales pesados, como plomo y cadmio, y que todas y cada una de las etapas de la función reproductiva eran “objetivos” de esos componentes: el proceso de maduración de los óvulos, la producción de hormonas, el transporte embrionario, la receptividad endometrial, el flujo sanguíneo uterino, la formación de vasos sanguíneos en el endometrio… Eso explicaría, al menos en parte, por qué la tasa de fecundidad es más baja en mujeres fumadoras, y también que los resultados en reproducción asistida, tras realizar una fecundación in vitro (FIV), sean más reducidos en ese grupo de población”, explica el Dr. Piotr Sokol, especialista en Reproducción de nuestro centro.

No obstante, el estudio puntualiza que los efectos del tabaco en la fertilidad dependen de la dosis, la sensibilidad individual, el tiempo y el tipo de exposición, así como la presencia de otras sustancias tóxicas –consumo de alcohol, contaminación ambiental, por ejemplo–  así como el estado hormonal. “Pero, aun así, el tabaquismo por si solo es un factor independiente de riesgo para el sistema y los resultados reproductivos. Siempre tiene un impacto negativo”, añade el Dr. Sokol.

Hace solo unas semanas, un equipo de la Universidad de Uppsala de Suecia ha dado a conocer los resultados de otro estudio sobre los efectos del tabaco en la salud. Según los autores, la nicotina se concentra en algunas áreas del cerebro –como el tálamo y el hipotálamo– donde disminuye la conversión de testosterona a estrógenos, lo que produce un impacto negativo sobre el cerebro y potencialmente incluso sobre el sistema reproductor.

Resumiendo: está claro que fumar afecta a la salud y que, probablemente su impacto negativo va más lejos aún de lo que sabemos o se ha podido comprobar. Incluso la aparente sensación anti-estrés o de relajación que produce es falsa, ya que el tabaco no tiene propiedades relajantes. Lo que ocurre es que fumar calma los síntomas de abstinencia que provoca la falta de nicotina en el cerebro.

Pero para que no todo sean malas noticias, acabamos este post con un mensaje positivo:  aunque al principio puede costar, los beneficios de dejar de fumar se empiezan a notar prácticamente de forma inmediata: a los pocos minutos disminuye la presión arterial y el ritmo cardíaco, en 24 horas desaparece la presencia de nicotina en la sangre y otros compuestos tóxicos; en 2 o 3 días empieza a normalizarse el sentido del gusto y el del olfato, y a los dos o tres meses mejora la circulación de la sangre y la capacidad pulmonar.  A más largo plazo, y progresivamente, también se reduce el riesgo de desarrollar enfermedades. 

De todos modos, dejarlo no es fácil ni siempre se consigue de forma rápida. Así que, si eres fumadora y quieres intentarlo, date un margen de tiempo y busca ayuda especializada. Y si estás pensando en quedarte embarazada, o no lo descartas en un futuro, es importante que intentes dejar el hábito antes de ir a buscar al bebé. En nuestro centro contamos con una Unidad de Psicología en la que también puedes pedir información, si te interesa.