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¿Cómo será el futuro de la medicina reproductiva?

Esta semana, más de 800 expertos se reunirán en Barcelona, en la 43ª edición del Dexeus International Forum, para debatir los últimos avances en salud de la mujer. Aunque el encuentro es de carácter científico y, de entrada, nos pueda parecer un poco ajeno a nuestro día a día, muchos de los temas que se abordarán tienen un gran interés social, ya que están relacionados con la salud materno-infantil, la infertilidad, el tratamiento del cáncer, la menopausia, la atención ginecológica, el crecimiento fetal, el parto y el envejecimiento activo y saludable, por citar solo algunos ejemplos. Además, este congreso aporta una visión de hacia dónde se dirige la investigación en estos ámbitos y, por lo tanto, qué mejoras se esperan obtener en un futuro.

No todas las áreas científicas avanzan al mismo ritmo y en medicina es necesario pasar por distintas fases antes de que un nuevo medicamento o tratamiento sea aprobado para su uso. Pero, aún así, la medicina reproductiva es una de las especialidades médicas donde se han producido mas avances en menos tiempo. En los últimos años podemos decir que hemos pasado prácticamente «de la noche al día». Técnicas como la fecundación in vitro o la inseminación artificial forman parte de los tratamientos ampliamente utilizados tanto en medicina pública como privada, y la metodología de trabajo en los laboratorios de reproducción asistida sigue protocolos estandarizados, sin espacio para el azar o la improvisación.

La gran diferencia respecto a lo que sucedía en los primeros años de la implantación de las técnicas de reproducción asistida estriba en el éxito de estas técnicas: actualmente las posibilidades de lograr el nacimiento de un bebé sano a través de ellas gira en torno al 30%, cifra equiparable e incluso superior a la que ofrece la concepción natural.

Los avances que se han producido en este campo han traspasado el objetivo de solucionar problemas de fertilidad: hoy en día las mujeres tienen la opción de congelar sus óvulos si, a causa de una enfermedad, -como ocurre con las pacientes diagnosticadas de cáncer- o bien por motivos personales o circunstancias profesionales, se ven obligadas a postergar su maternidad.

Por otra parte, también en reproducción, las nuevas técnicas de secuenciación masiva han cambiado nuestra perspectiva y el enfoque de los posibles tratamientos. Actualmente es posible prevenir la transmisión de muchas enfermedades hereditarias y alteraciones de origen genético que hace apenas unos años ni siquiera se podían detectar. Y se han desarrollado técnicas de diagnóstico que permiten seleccionar los embriones con mayor potencial para dar lugar a un embarazo. Incluso es posible reemplazar el material genético defectuoso para lograr el nacimiento de un bebé sano, como ha demostrado la técnica aplicada en el caso del llamado «bebé con tres padres».

La pregunta que se plantea tras todos estos avances es: ¿hacia dónde apunta la investigación en este ámbito? ¿cuáles son las perspectivas de futuro? ¿Dónde está el límite entre lo técnicamente posible y lo éticamente aceptable?

Hasta ahora todos los avances que se han realizado en este ámbito han tenido un único objetivo: optimizar los resultados y asegurar el nacimiento de bebés sanos, que no tiene nada que ver con la idea de «crear bebés a la carta.

Una de las líneas de investigación en curso que despierta más expectación es el desarrollo de óvulos y espermatozoides a partir de células madre. Se trata de un campo de investigación reciente y hasta la fecha solo se han obtenido gametos artificiales en modelos animales, por lo que la aplicación clínica en la especie humana está supeditada a proseguir con la investigación en este campo y sobretodo a demostrar la fiabilidad y seguridad de los métodos utilizados en la especie humana. Pero el objetivo en este caso no es solo conseguir ese logro sino incrementar el conocimiento que tenemos sobre la formación de óvulos y espermatozoides que, indirectamente aportará soluciones a algunos problemas de infertilidad. Únicamente a través de una actividad científica responsable se podrán alcanzar éxitos en la práctica clínica para el beneficio de nuestras pacientes.