La transferencia embrionaria es el último y decisivo paso del proceso de fecundación in vitro.
Consiste en depositar en el útero el o los embriones generados previamente en el laboratorio, con el objetivo de que implanten y den lugar a un embarazo.
Se trata de un proceso sencillo e indoloro que no requiere anestesia salvo en casos concretos en que la paciente lo solicite expresamente.
Se suele realizar en una sala al lado del laboratorio para evitar riesgos en la manipulación y transporte de los embriones.
La transferencia se realiza entre el día 3 y día 5 de vida del embrión, aunque actualmente lo más habitual es hacer la transferencia a día 5, es decir, en estadio de blastocisto.
La transferencia se puede realizar en fresco cuando los embriones se transfieren en el mismo ciclo en el que se han creado, sin ser previamente congelados, o por el contrario en diferido, cuando los embriones se congelan para transferirlos en otro ciclo distinto. Esta segunda también se conoce como criotransferencia y se indica cuando no podemos realizar la transferencia en el mismo ciclo en el que se ha realizado la punción.
En el caso de hacer una crio transferencia, previamente debemos preparar el endometrio, es decir la capa más interna del útero para la implantación.
Esto se puede realizar en ciclo natural cuando se aprovechan las mismas hormonas de ese ciclo sin necesidad de medicación hormonal, o bien en ciclo artificial o sustituido, en el que se utilizan estrógenos y progesterona por diferentes vías para preparar el endometrio.