Utilizar embriones congelados siempre os ha generado gran ansiedad porque pensáis que es una limitación de vuestras posibilidades de embarazo. ¡¡Y eso no es cierto!!
La transferencia de embriones congelados es una de las técnicas de reproducción que más ha evolucionado en los últimos años. Ello ha sido gracias al desarrollo de la llamada vitrificación o congelación ultrarrápida, que es la técnica que utilizamos desde el 2012. Esta vitrificación evita la formación de cristales en el interior del embrión que se producía con la congelación lenta que utilizábamos anteriormente, y que podía comprometer tanto la supervivencia de los embriones a la descongelación como la de los resultados de embarazo. De este modo hoy día la supervivencia de los embriones vitrificados se mueve por encima del 90 % y las posibilidades de embarazo son equiparables, si no mejores, que las de la transferencia de un embrión en fresco.
Por tanto, congelar embriones no nos ha de dar ningún reparo y sería la técnica de elección en diferentes situaciones:
- Cuando tengamos riesgo de hiperestimulación por el hecho de que se produzcan muchos óvulos.
- Cuando queremos realizar el estudio cromosómico de los embriones (conocido como DGP).
Pero también puede ser una alternativa a situaciones imprevistas como una enfermedad inesperada o circunstancias laborales o personales que dificultan realizar la transferencia en fresco que estuviese programada inicialmente.