Llega un momento en la vida –generalmente a partir de los 30– en el que todas tus amistades se emparejan, y más tarde o más temprano deciden ser padres (o madres). Así que en cuanto nace el bebé, toca visita y regalo. Todas sabemos que estas visitas han de ser breves, y nadie quiere molestar. Pero, a veces, involuntariamente, podemos meter la pata. Así que no está de más tener en cuenta algunas reglas básicas.
La primera y fundamental: ¡no te presentes sin avisar! Si de pronto sientes el impulso de darles una sorpresa… No lo hagas. Los padres primerizos necesitan tiempo para organizarse, estar juntos y adaptar su ritmo al del bebé. Así que es probable que en ese momento quieran descansar, el bebé esté dormido o, simplemente, no tengan ganas de recibir visitas.
Si vas al hospital, no aparezcas antes de las primeras 24 horas. Aunque el parto haya ido bien, tanto la madre como el bebé necesitan descansar, y quieren intimidad. Envíales un WhatsApp (o llámales si hay mucha confianza) dándoles la enhorabuena y pregunta cómo están, si necesitan que les traigas alguna cosa y cuándo te puedes acercar, dejando abierta la posibilidad de esperar unos días o a cuando estén instalados en casa.
Lleva un detalle para el bebé… y otro para los padres. Se agradece mucho, la verdad. Es tan importante o más que el regalo del bebé, además son detalles que no se olvidan.
Atención a los hermanos. Es fundamental, para que no sientan que el recién llegado se lo lleva todo. Hazles un regalo que les haga sentirse mayores e independientes. Y nada de preguntas trampa ni frases del tipo “¿estás contento con tu nuevo hermanito?, “¡ahora ya tendrás a alguien con quien jugar!” (porque va a tener que esperar unos cuantos añitos…).
Ayuda en todo lo que puedas. Depende de la confianza que tengas, pero es lo que más necesitan. Tráeles fruta, zumos, la cena… Ofrécete para hacer la compra o algunos encargos.
No regales peluches ni juguetes que ocupen mucho: la vuelta a casa con el bebé y mil regalos puede ser una odisea, así que sé práctica. Trata de averiguar qué puede serles útil o pregúntales directamente qué necesitan. Ah! y asegúrate de que lo puedan cambiar: ticket regalo sí o sí.
Pide permiso antes de coger al bebé: aunque seas de la familia, puede que los padres quieran que descanse porque ha pasado un mal día, sea el momento de su siesta o no quieran que el bebé pase de mano a mano, algo que resulta bastante estresante.
No alargues la visita: tu intuición te dirá cuándo ha llegado la hora de despedirse. Si ves que están cansados, desorganizados, el bebé está inquieto o hay acúmulo de visitas, dales un abrazo y diles que les llamarás para ver cómo va todo y que te pasarás en otro momento.
Nada de consejos (a no ser que te consulten) o comentarios que puedan molestar del tipo “¿ya te deja dormir?, “a este niño lo que le pasa es…”, ¿no sería más práctico darle el biberón?, ¿cuánto tiempo vas a cogerte la baja? Aunque seas una madre experimentada o la abuela del bebé. Cada niño es diferente.
Y si estás enfermo, quédate en casa. Aunque la madre no sea tan quisquillosa como Sheldon Cooper (Big Bang Theory), los bebés son más vulnerables a las infecciones y los padres primerizos más susceptibles… Así que lo peor que puedes hacer es presentarte acatarrado o con cara de “estoy incubando una gripe”.