Aunque su nombre sea poco conocido, el citomegalovirus (CMV) es un virus muy común. Pertenece a la familia del herpes virus y afecta a personas de todas las edades, especialmente a los niños de entre 1 y 3 años, por ello en las guarderías se transmite con facilidad. Los síntomas son parecidos a los de una gripe o resfriado común: dolor de garganta, cansancio, fiebre…
En los adultos esta infección suele pasar desapercibida, ya que no siempre presenta síntomas. Pero precisamente por eso, debes estar atenta si estás embarazada, porque contraer esta infección durante el primer trimestre de gestación –antes de las 14 semanas– puede tener consecuencias graves para el bebé, como pérdida auditiva y problemas de desarrollo. Por ello, si tienes otro hijo menor de 3 años debes extremar las precauciones y las medidas de higiene, ya que el virus se transmite a través del contacto directo con fluidos corporales, como la sangre, la saliva, las lágrimas, la orina, el semen y la leche materna. Estas son algunas medidas preventivas que puedes tomar:
- No te toques la cara, la boca o la nariz tras estar en contacto con secreciones u objetos que haya tocado tu hijo/a.
- Lávate bien las manos con agua y jabón antes y después de cambiarle los pañales, limpiarle la boca, sonarle la nariz o recoger sus juguetes.
- Evita el contacto con las lágrimas o la saliva si le besas.
- Evita compartir los alimentos, beber del mismo vaso o utilizar sus cubiertos.
- Si tienes pareja, debes utilizar el preservativo, para evitar que se contagie.
Hace unos años no se hacía ningún test, pero ahora se puede hacer un cribado en el primer trimestre para saber si existe inmunidad, es decir si la madre tiene anticuerpos. Las guías internacionales no recomiendan el cribado de forma estandarizada en todas las gestantes. Por ello, en general, el test solo se aplica cuando la madre presenta síntomas, ha estado expuesta a un contacto de riesgo identificado o se detectan hallazgos ecográficos de sospecha durante la gestación. “Pero en nuestro centro ya lo hemos aplicado como cribado en el primer trimestre, para poder tratar a tiempo y disminuir el riesgo de desarrollo de graves secuelas, sobre todo neurológicas”, explica la Dra. Anna Boguñà, ginecóloga del Servicio de Obstetricia de Dexeus Mujer. La etapa de mayor riesgo es antes de las 14 semanas de gestación.
Si te hacen la prueba y el resultado es positivo, existe un tratamiento farmacológico que reduce significativamente los riesgos de que el virus tenga un efecto negativo sobre el bebé. Consiste en tomar un antiviral por vía oral. “Más adelante (a partir de la semana 17) comprobamos si la habido infección fetal mediante una amniocentesis, pero en las embarazadas que realizan el tratamiento el riesgo es bajo, solo en un 11% de los casos se produce la transmisión”, puntualiza la Dra. Boguñà.
Si la amniocentesis confirma que el bebé se ha infectado, es importante realizar controles ecográficos para evaluar si ha afectado al bebé y en qué grado. En estos casos y si es necesario, el tratamiento con el antiviral se puede mantener hasta el parto. Se ha observado que su toma disminuye la aparición de síntomas en el bebé en un 43%-82% de los casos. Si a pesar del tratamiento la infección afecta de forma grave al bebé, se puede considerar llevar a cabo una interrupción legal de la gestación.
De todos modos, si la infección materna se produce después de las primeras 14 semanas, el riesgo de que el bebé desarrolle secuelas es muy bajo.
Aunque en los controles ecográficos no se aprecie que el bebé esté afectado, si existe la confirmación o sospecha de infección fetal por CMV; se debe hacer un estudio en la orina del recién nacido. Si es positivo, los pediatras harán un seguimiento del bebé durante unos años, ya que las secuelas (por ejemplo, las auditivas) pueden aparecer más tarde. Por ello, es muy importante hacer un buen seguimiento gestacional y hacer un estudio de tu inmunidad frente a CMV en el primer trimestre.
De todos modos, no te agobies. Si sigues los controles médicos pautados, el cribado permite detectar la infección a tiempo y también tratarla. SI te preocupa el tema o tienes un hijo menor de 3 años y estás pensando en quedarte de nuevo embarazada, consulta a tu ginecólogo/a, para que te explique qué protocolo se sigue, así estarás más tranquila.