Hay un meme en redes sociales que dice “Un día me iré a vivir a Teoría, porque en Teoría, todo es posible”. Al leerlo, la primera reacción es sonreír. Pero una segunda lectura invita a reflexionar. Vivimos en una sociedad en la que, ciertamente o al menos en teoría -como dice el meme-, “todo es posible”. Nos lo inculcan desde pequeños, con mensajes que todas hemos escuchado más de una vez: “Si deseas algo, ve a por ello”, “si tu vida no te gusta, cámbiala”, “los limites los pones tú”. Son mensajes alentadores y positivos. Pero la realidad no es exactamente así.
Muchas veces encontramos barreras difíciles de franquear. Los límites existen. Y aceptarlos cuesta. Requiere un trabajo personal. Además, el entorno no siempre ayuda. Un claro ejemplo es el de la maternidad. Las mujeres sin hijos que no han decidido voluntariamente no tenerlos se sienten doblemente mal: por no haber cumplido su deseo y por tener que responder a la presión social que, en general, existe sobre este tema. Cuando es el hombre quien no tiene hijos se dice: “no habrá querido, es un vividor”. Si es la mujer, no se entiende: “no habrá podido”. Son clichés, sí. Pero más reales de lo que parecen.
Por suerte, muchos aspectos relacionados con la mujer, su sexualidad y su capacidad reproductiva que antes eran un poco tabú, han dejado de serlo y ahora se puede hablar con mayor libertad. En cuanto a la maternidad, el avance de las técnicas de reproducción asistida y el marco legal vigente en España han permitido multiplicar el abanico de posibilidades en cuanto a tratamientos para lograr un embarazo: se puede optar por la donación de esperma, de óvulos y de embriones. Pero, aun así, hay personas que no lo logran. Incluso después de muchos años y muchos intentos. “Por eso, es importante siempre pedir consejo médico, porque el hecho de que haya tantas opciones al final puede ser un arma de doble filo a la hora de fijar un límite para cerrar la búsqueda”, explica Sandra García Lumbreras, responsable de la Unidad de Psicología de Dexeus Mujer, “sobre todo, cuando tampoco se encuentra una explicación médica que justifique la causa de la infertilidad”, añade.
Además, cuando los tratamientos de fertilidad se alargan demasiado suponen un desgaste físico y, sobre todo, emocional, y tienen un impacto económico que no todo el mundo puede asumir o mantener a largo plazo. Por ello es importante fijarse un límite, a nivel personal, y también médico. “A veces no se quiere quitar la ilusión a la paciente, pero las probabilidades de éxito son tan bajas que no merece la pena seguir de manera indefinida. Hay que comunicarlo abiertamente y ofrecerles un tiempo de reflexión. No es cuestión de desanimar a nadie, cada caso es distinto y hay que valorarlo. Pero las personas que se encuentran en este proceso también se quedan a veces como estancadas. Su vida gira alrededor de lograr su deseo de maternidad y les cuesta salir de esa casilla, y retomar su vida, abrirla a nuevas posibilidades”, añade Sandra García. Otras personas han invertido tanto tiempo y esfuerzo que les cuesta tirar la toalla y no quieren rendirse. “Pero toda esa energía pueden redirigirla hacia otras actividades que les ayuden a darle salida y, al mismo tiempo, elaborar el duelo de la maternidad o encontrar otras vías de realización personal”. Hay quien decide iniciar un proceso de adopción, o quien opta por la acogida. Es otro camino, tampoco fácil. Pero puede ser útil. La vida sigue.
“También es importante empezar a verbalizarlo en el entorno”, añade Sandra, “y buscar formas de expresar cómo nos sentimos. La tristeza, la rabia o la decepción no desaparecen de un día al otro, hay que elaborar un duelo, y trabajar esos sentimientos. También puede crear problemas de autoestima, culpa y de desconexión con el propio cuerpo. En la sociedad, además, no hay consciencia de esa pérdida, ni tiempo o espacios donde expresar los sentimientos. También se puede vivir como una situación de exclusión social, y provocar un sentimiento de aislamiento. Es un duelo que, a menudo, se lleva por dentro y se disimula a nivel externo.
A veces la familia, los amigos o los compañeros del trabajo, por empatizar, suelen decir “Pues más tranquila, así tendrás más tiempo para ti”, o “podrás viajar y hacer lo que quieras”. Pero no es tan sencillo. Para algunas personas supone la pérdida de una vida futura imaginada y un proyecto de vida o de familia, y se ha de trabajar más a fondo, en la parte espiritual y emocional.
Hay rituales que ayudan, como escribir una carta. O bien dar un giro a nuestra vida, Cambiar de domicilio o de actividades, replantearse las prioridades. Pero es un tema sensible. No funciona solo cambiar aspectos externos si no se trabaja bien a nivel interno. En este sentido, también ayuda compartir la experiencia con otras personas que hayan pasado por este proceso. “Desde Dexeus Mujer facilitamos el contacto con otros profesionales y entidades que ofrecen apoyo de forma específica en estos casos”, añade Sandra.
Finalmente, la comunicación con la pareja, si se tiene, es un elemento fundamental, porque para cerrar el proceso es importante que los/las dos estén en el mismo punto y que la relación no se haya erosionado demasiado. Hay que fortalecerla y buscar siempre el apoyo mutuo.
Si has pasado por este proceso y quieres compartir tu experiencia, envíanos un comentario, y si necesitas apoyo, consulta con nuestra Unidad de Psicología.