Seguro que has oído hablar alguna vez de los disruptores endocrinos. Se llama así a un conjunto de sustancias químicas que son capaces de imitar la acción de nuestras hormonas naturales. También pueden bloquear los receptores hormonales de las células. Por ello, si entran en contacto con nuestro organismo pueden interferir en la acción del sistema endocrino y afectar a algunas funciones corporales que regulan las hormonas, como el crecimiento, el desarrollo, el metabolismo y la reproducción.
De todos modos, no te alarmes, porque en general su impacto es muy bajo. No obstante, hace años que los expertos alertan de que cada vez son más el número de sustancias tóxicas ambientales. La Oficina Europea de Medio Ambiente (OEMA) o European Environmental Bureau (EEB) en sus siglas en inglés, calcula que en la Unión Europea (UE) se utilizan unos 200.000 productos químicos. Evidentemente, no todos actúan como disruptores endocrinos, pero se calcula que hay más de mil que pueden tener esta capacidad y algunos están presentes en nuestro entorno, algunos utensilios y envases que utilizamos a diario e incluso en alimentos que ingerimos.
Pero ¿hasta qué punto suponen un riesgo?, ¿qué podemos hacer para reducir la exposición? Y, en el caso de estar embarazada o realizando un tratamiento de reproducción, ¿hay que extremar las precauciones? La Dra. Anelice Popescu, especializada en endocrinología ginecológica, y la Dra. Marina Solsona, experta en reproducción asistida de nuestro centro, aclaran algunas dudas sobre este tema.
¿Cómo entran en contacto con nuestro cuerpo? Pueden entrar en contacto a través de la piel, el aire que respiramos, las bebidas y los alimentos que ingerimos.
¿Es cierto que estamos expuestos a diario a múltiples sustancias tóxicas? Sí, pero la mayoría de la población está expuesta a dosis bajas o muy bajas.
¿Cómo afectan a nuestra salud, en general? En realidad, todavía no se conoce lo suficiente los efectos de todas estas exposiciones ni cómo pueden afectar a nuestra salud. Diversos estudios epidemiológicos han sugerido que podrían ser los responsables de algunos trastornos que se han detectado en los últimos años, como la disminución del recuento de esperma o el aumento de ciertos tipos de cáncer que son sensibles a las hormonas, según indica la European Chemical Agency (ECHA). En el entorno natural, también se han observado efectos que podrían estar relacionados con alteraciones endocrinas en peces, crustáceos, anfibios, pájaros y mamíferos. En algunas especies, la alteración de la reproducción ha provocado un descenso de la población.
¿Y al sistema reproductivo? Aunque, como ya hemos comentado, todavía no se conocen lo suficiente sus efectos, la exposición continuada a algunas de estas sustancias químicas se ha asociado a una disminución de la calidad, la movilidad y la viabilidad del semen, problemas de infertilidad o incluso un mayor riesgo de abortos.
¿Hay colectivos de población más vulnerables? En general, estas sustancias pueden cruzar la placenta y estar presentes en la leche materna, por lo que los bebés durante el desarrollo fetal y los recién nacidos lactantes pueden estar expuestos. Son etapas cruciales del desarrollo, por lo que es recomendable aumentar las precauciones. Por ello se recomienda evitar el consumo de pescados grasos de gran tamaño, como el salmón o el pez espada durante el embarazo y no incluirlos en la dieta infantil, ya que suelen acumular una mayor cantidad de metales pesados. Y la UE prohibió hace ya unos años el uso de bisfenol A en biberones.
¿Qué podemos hacer para reducir, en los posible, la exposición? En general, pensar que la salud depende de múltiples factores. Hay que mantener un estilo de vida saludable, cuidar la dieta y evitar en lo posible la exposición a sustancias tóxicas. En el día a día: reducir el consumo de alimentos procesados y conservas, moderar el consumo de productos de origen animal, optar por frutas y verduras ecológicas y lavarlas muy bien antes de su consumo. Ventilar bien los espacios interiores y eliminar el polvo, evitar calentar la comida en envases de plástico y sustituirlos por los de vidrio o cerámica; utilizar botellas de vidrio o acero inoxidable, así como sartenes y ollas de cerámica, hierro colado o acero inoxidable que no tengan recubrimiento antiadherente. Optar por cosméticos libres de parabenos, benzofenonas, triclosan y ftalatos.
A pesar de que todavía queda camino para mejorar la regulación, la UE ha puesto en marcha diversas medidas para ampliar la información sobre todos estos productos y también reducir su uso. Al final del post incluimos algunos enlaces de interés.
¿Cuáles son los más conocidos y dónde se encuentran?
Metales pesados: mercurio, plomo, cadmio, etc. Se encuentran en el medio ambiente y se acumulan en peces depredadores, como el atún, el pez espada, el tiburón, los moluscos y crustáceos
Plaguicidas, como herbicidas e insecticidas. Están presentes en productos agrícolas y en el ecosistema.
Bisfenol A (BPA). Se encuentra en el revestimiento de latas metálicas que contienen productos alimenticios y bebidas, botellas y tuppers de plástico.
Parabenos. Están presentes en infinidad de productos cosméticos de uso diario;
Triclosan. Se usa en productos de higiene, como antiséptico, geles hidroalcohólicos o desodorantes;
Benzofenones se utilizan como filtro de rayos UV en muchas cremas solares y algunos productos cosméticos.
Ftalatos. Se utilizan como plastificantes o para dar flexibilidad a los plásticos. Están presentes en productos de cosmética, perfumes, pinturas, y envases de plástico.
Perflurorados y PFAS: Repelen el agua y el aceite, y resisten temperaturas extremas. Se encuentran en materiales para envasar comer, en paellas y ollas antiadherentes, en productos de limpieza, e incluso en pajitas de papel y bambú supuestamente biodegradables.
Retardantes de llama. Son sustancies agregadas en la fabricación de muebles, plásticos, textiles y equipos electrónicos, para que resulten menos inflamables. Pueden migrar al medio ambiente y acumularse en el polvo y el aire de los espacios interiores.
Fuente ISGlobal
Más información:
European Chemicals Agency (ECHA)
EU’s chemicals strategy for sustainability
European Pact for the future
Institut de Salud Global (SGlobal)