La mayoría de las personas tienen fantasías sexuales. Pero pocas llegan a realizarlas o se lo plantean, porque van en contra de lo que consideran ética o moralmente correcto, les parecen algo “raras” o les avergüenza confesarlas. Por ello se preguntan: ¿hasta qué punto son un estímulo positivo para potenciar la vida sexual? O, al revés, ¿pueden interferir en nuestras relaciones y hacernos sentir mal, si van en contra de nuestros valores o incluyen a personas que no son nuestra pareja?
Para responder a estas preguntas, hay que aclarar primero algunas ideas: las fantasías sexuales son un recurso erótico muy válido, y son tan diferentes como las personas. Lo que ocurre es que a nivel social son poco aceptadas. El sentimiento de culpa, la vergüenza y otros estereotipos impuestos a la sexualidad por la sociedad, han promovido que el hecho de tenerlas sea cuestionado desde el punto de vista moral. Pero, en realidad, forman parte de un “imaginario” individual – a menudo, influido por el colectivo – y todo el mundo tiene el derecho de tener fantasías que le resulten excitantes y no compartirlas, si no lo desea, aun teniendo pareja. “Tenerlas no significa ser infiel o desleal, ni que tu vida o tu relación de pareja, si la tienes, sea insatisfactoria, porque forma parte de nuestra condición humana”, explica la Dra. Maria Fernanda Peraza, especialista en salud sexual y reproductiva de Dexeus Mujer.
En cuanto a su significado, y, como ocurre en los sueños, puede influir nuestro inconsciente, así como las experiencias vividas, nuestro entorno social y la educación sexual. Por ello, también pueden ayudarnos a conocernos mejor y/o a detectar algún problema de disfunción, inseguridad o insatisfacción a nivel sexual. En este sentido, y si es repetitiva o nos preocupa, lo mejor es consultar a un especialista en sexualidad.
De todos modos, y según las encuestas, la mayoría de las fantasías sexuales son bastante más comunes de lo que creemos, tanto en hombres como en mujeres. Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Montreal, a partir de una encuesta a más de 1.500 personas, la diferencia esencial es que a la mayoría de los hombres les gustaría hacerlas realidad, mientras que en el caso de las mujeres pocas se lo plantean. A ellas les resultan estimulantes las localizaciones y dan más importancia a los detalles, también tienen fantasías sexuales más frecuentemente con sus parejas que ellos. Pero cada persona es diferente y no se puede generalizar. Si quieres saber más, aquí tienes un poco más de información:
¿Cuáles son las más comunes? Relaciones que impliquen juegos de poder: dominar o ser dominado, hacerlo en un lugar público donde puedan sorprenderte o que estés expuesta/o a la vista de todos –como, por ejemplo, en un ascensor, en la playa o en un baño público–, practicar sexo en grupo o con un desconocido/a sin mediar palabra, o formar un trío (esta última es bastante más frecuente en los hombres).
No hay fantasías mejores que otras. En general, y siempre que no sean el resultado de algún problema personal o experiencia negativa, no existen fantasías correctas o incorrectas, ni mejores o peores. Simplemente, expresan emociones y deseos íntimos personales, por lo que pueden ayudar a conocernos mejor sexualmente, como hemos comentado antes.
Realidad vs ficción: Muchas no tienen por qué ser estrictamente eróticas: pueden ser situaciones que incluyan un componente nuevo que nos resulte estimulante, despierte nuestra sensualidad o nos haga sentirnos poderosos/as o deseados/as. Por ejemplo: tanto hombres o mujeres suelen fantasear con tener relaciones con varios hombres o mujeres de forma simultánea o consecutiva, en las que ellos o ellas son el principal objeto de deseo, aunque, en realidad, tienen dudas razonables de si a partir de cierto número les resultaría gratificante o podrían aguantarlo físicamente.
¿Qué se considera inusual o debería ser consultado? En general, todas aquellas fantasías que supongan una situación anómala, obsesiva o que nos preocupe.
Fantasear con terceras personas. El hecho de que incluyan a terceras personas cuando tenemos una pareja estable no significa necesariamente que nuestra relación vaya mal ni debe interpretarse como una infidelidad (o deseo de llevarla a cabo). Es habitual fantasear con otras personas de nuestro entorno que nos resulten atractivas o incluso con las que tengamos o hayamos tenido algún vínculo emocional o amistoso, e incluso una relación anterior.
¿Es mejor no compartirlas? Si se decide compartirlas con la pareja, es importante crear un espacio seguro y con limites que permita expresarlas sin sentirse juzgado ni comprometido a recrearlas para complacer al otro.
Juegos de roles. A algunas personas les resulta excitante jugar con la pareja a representar diferentes roles: paciente-doctor, profesor-estudiante, así como disfrazarse y recrear series y escenas de películas o transportarse en el tiempo a otra época. Puede parecer un gag o un tema bastante recurrente. Pero en realidad puede resultar muy útil para romper con la rutina y divertirse. Lo importante en estos casos es que ambos acepten el juego y que les funcione.
Diversidad sexual: es importante puntualizar que la mayoría de los estudios sobre este tema se basan en encuestas generales, pensando en personas heterosexuales, homosexuales y bisexuales, pero no han profundizado en fantasías sexuales de personas que se consideran fuera de las clasificaciones tradicionales, tanto en cuanto a identidad de género como en orientación sexual.