Nadie está preparado para recibir un diagnóstico de cáncer. Sin embargo, cada día se detectan casos, y, aunque reaccionemos bien y nos sintamos con fuerza para afrontarlo, a menudo no resulta fácil comunicarlo a la familia y en especial a los hijos o a los abuelos. Pero también a los amigos o incluso en el trabajo. Por ello es fundamental contar con apoyo psicológico. En nuestro centro tenemos una especialista en psicooncología, Sandra García Lumbreras, que ofrece varias sesiones de forma gratuita a todas las pacientes. Si lo desean, también puede hacerles un seguimiento a lo largo del proceso. Esta ayuda es opcional y es extensiva a los miembros de su familia, si lo necesitan. Actualmente, y debido a la pandemia por la COVID-19, las sesiones se pueden hacer a través de una videollamada, por lo que no es necesario desplazarse al centro.
Otra forma de apoyo que ofrecemos es el Programa de voluntariado testimonial, que permite a la paciente estar en contacto con otra mujer que ya haya superado el cáncer a nivel físico y emocional, con el fin de que puedan compartir experiencias. Este programa está coordinado por la Unidad de Psicología y las gestoras de casos de nuestro centro y es gratuito, ya que las voluntarias que ofrecen su ayuda son otras pacientes que han pasado por la misma situación y que quieren ayudar de forma altruista a otras mujeres. “El resultado es siempre muy positivo, tanto para la que recibe el apoyo como para la que lo da”, explica la psicóloga Sandra García.
En los hospitales públicos existe este tipo de programas desde hace años y funcionan muy bien, ya que siempre intentamos buscar a la persona más idónea en cada caso, para que las experiencias compartidas sean lo más parecidas y se puedan ayudar lo máximo: por ejemplo, si una tiene hijos pequeños, miramos que la voluntaria también; si es una chica joven, es fundamental que la voluntaria lo sea también, en estos casos es muy útil, porque la mayoría de las chicas jóvenes no conocen a otras en su entorno que hayan pasado esa experiencia”, puntualiza Sandra.
En general, uno de los aspectos que más suele preocupar a las pacientes es cómo comunicarlo a los hijos. Lo mejor es esperar a tener todas las pruebas y que se haya determinado el tratamiento que habrá que seguir, para evitar la incertidumbre. Así pueden explicar el proceso de una forma cerrada concreta: “mamá está enferma y tiene que operarse para curarse, o va a hacer un tratamiento y es posible que se le caiga el pelo, pero hasta que le vuelva a crecer se comprará unos pañuelos muy bonitos”. Es importante también que sea la propia paciente quien lo explique a los niños, y también no adelantar acontecimientos, centrarse en el presente. Lo que vamos a hacer en el día a día. No decirlo solo crea más preocupación, porque los niños oyen conversaciones y captan estados de ánimo, y si, por protegerles, no se lo contamos, notarán que les ocultamos algo, y sufrirán más, pensando cosas peores. Si son menores se aconseja informar también en la escuela, a la tutora o tutor, para que supervisen el estado de ánimo y conducta del niño/a. Si fuera necesario podemos derivar a psicooncólogos infantiles, que puede ser de ayuda en los casos que se considere necesario.
En cuanto a los abuelos, también es un tema delicado, sobre todo si son mayores. Es mejor darles la información justa, y también de manera cerrada: «ahora voy a hacer esto», para que no hagan sus propias hipótesis o se preocupen por lo que pueda ocurrir en el futuro.
Respecto a la pareja, si se tiene, es importante sobre todo sincerarse y expresar las emociones con naturalidad. Al igual que ocurre con los niños. Si un día tenemos ganas de llorar podemos hacerlo, es normal estar tristes y no hay que ocultarse. En cuanto a nuestra pareja es frecuente que para hacerse el/la fuerte o no querer preocuparnos, oculte su propia preocupación o tristeza, lo que puede provocar más estrés. En estos casos puede ser oportuno hacer alguna sesión psicológica de orientación para la pareja. “La decisión de hacerla de forma conjunta con la paciente o no, depende del motivo de demanda”, explica Sandra García, “por ejemplo, si la consulta es como informar a los hijos la visita será en pareja, si en cambio la pareja manifiesta malestar emocional y necesita expresar y desahogarse es mejor hacerla de forma individual”.
En cuanto al día a día, no es fácil ofrecer una recomendación general, pues cada diagnóstico es diferente y cada persona es única. Lo ideal sería que la paciente reflexionara sobre lo que necesita, sobre lo que le va mejor. Si prefiere hablar del tema, o por lo contrario distraerse, si necesita que la cuiden, o prefiere ser ella la que solicite el cuidado. En función de los tratamientos no podremos llevar una vida normal, pero ello no implica no hacer nada, tendremos que centrarnos en cuidarnos, hacer más cosas que nos gustan, y dejar más de lado las obligaciones (en la medida de lo posible).
El entorno, tanto familiares como amigos, han de ponerse a disposición de la paciente pero sin sobreprotegerla, para no hacerla sentir más enferma, ni tampoco hacer “como si nada”, porque sí que están pasando cosas. Poder tener una conversación sincera para mostrar nuestra receptividad y disponibilidad de ayudar puede ser muy útil. Podemos ofrecernos en todo lo que creamos que podemos hacer: desde acompañar al hospital, hasta cocinar una sopita caliente para cuando la paciente regrese a casa tras el tratamiento. Eso sí, hay que consultar siempre para no interferir en la vida personal de la persona afectada o su familia.
En cuanto al ámbito laboral es recomendable informar del diagnóstico y proceso de tratamiento que vamos a seguir. Necesitaremos semanas de baja, tanto para las pruebas diagnósticas, como para la operación y los tratamientos. Es un derecho que tiene el paciente oncológico, y que desde el médico de cabecera lo facilitan. Es cierto que algunas personas prefieren trabajar, siempre con la aceptación del oncólogo, pero en este caso han de disponer de cierta flexibilidad horaria, y ahora con la pandemia provocada por la COVID-19, de cierta protección para no exponerse más de lo necesario y no tener que aplazar pruebas o tratamientos por confinamientos.
Respecto a cuándo coger el alta es un tema que deben ir valorando de forma conjunta los especialistas de oncología y psicooncología, en función de cómo nos vayamos encontrando a nivel médico y emocional. No hemos de tener prisa, es una situación lo suficientemente importante como para parar, cuidarnos y volver cuando realmente nos sintamos recuperadas y con energía.
Si quieres recibir apoyo o hacerte voluntaria, contacta con nosotros a través del Programa de Voluntariado Testimonial.