Aunque es poco frecuente, la torsión ovárica puede afectar a mujeres de todas las edades. Es más común en mujeres en edad reproductiva, y entre los 20 y los 30 años, así como en las que practican deporte de forma intensiva. Pero también puede suceder en mujeres más jóvenes o incluso en la postmenopausia. Así que no hay que bajar la guardia. Otros factores de riesgo son tener quistes en los ovarios, tumores benignos o masas ováricas grandes.
Pero, ¿en qué consiste exactamente?
Pues como indica su nombre, el origen de este problema es que el ovario gira de forma completa o parcial sobre su ligamento de apoyo. Este giro hace que se compriman los vasos sanguíneos y se interrumpa el flujo de sangre. A veces también se torsiona la trompa de Falopio. En estos casos, se denomina torsión anexial. Se trata de un problema que requiere, por tanto, actuar de forma rápida, para eliminar la torsión y restaurar el flujo sanguíneo. Si se detecta enseguida, se puede solucionar sin ninguna secuela mediante una intervención por laparoscopia, una técnica quirúrgica menos invasiva que la cirugía convencional.
El problema es que a veces los síntomas son algo inespecíficos, lo que puede dilatar el diagnóstico, provocar congestión vascular y comprometer la función del ovario hasta llegar a perderlo”, explica la Dra. Mireia Arenas, ginecóloga de Dexeus Mujer.
¿Qué síntomas podemos notar?
En general, provoca un dolor pélvico (90% de los casos) que puede ser de moderado a intenso. El dolor puede irradiar hacia el flanco, la ingle o la espalda. Aunque también puede ser difuso. En la mayoría de los casos se acompaña de náuseas (47-70%), y, a veces, fiebre (20%). El dolor suele mantenerse, pero no siempre es sensible al tacto, y a veces la torsión es intermitente, por lo que puede ser confundido con otras patologías. Las que presentan síntomas más parecidos, y hay que descartar, son un embarazo ectópico, la ruptura de un quiste ovárico o apendicitis.
¿Qué pruebas se suelen hacer?
Para hacer el diagnóstico es fundamental realizar una ecografía transvaginal. Si el ovario está retorcido, esta prueba puede mostrar un ovario agrandado o una masa en el ovario, lo que respalda el diagnóstico de torsión ovárica o anexial. A través de la ecografía Doppler a color se puede visualizar una imagen característica respecto al flujo sanguíneo que llega al ovario, que permite determinar el diagnóstico.
Como ya hemos comentado antes, la cirugía que se aplica para solucionar este problema es la laparoscopia, que consiste en realizar varias incisiones pequeñas en el abdomen para eliminar la torsión. Esta técnica se debe realizar bajo anestesia general y en un hospital. En general, requiere hospitalización de como mínimo una noche. En algunos casos, si el origen es un quiste se puede extirpar sin que ello tenga consecuencias sobre la función ovárica.
Si el ovario en el que se ha producido la torsión no se puede salvar ni restaurar su función, se extirpa tanto este como la trompa. En mujeres que ya no se encuentran en edad fértil, se suelen extirpar de manera sistemática para evitar que se repita en un futuro, ya que este problema puede ser recurrente (si ha ocurrido, aumenta el riesgo de que vuelva a producirse).
¿Puede afectar a la fertilidad?
“En el caso de que estés en edad reproductiva, debes saber que tener solo un ovario no afecta directamente a las posibilidades de concebir. Sin embargo, otras causas subyacentes, como la presencia de quistes o a las adherencias provocadas por patologías como la endometriosis, sí pueden tener un impacto en la fertilidad”, explica la Dra. Arenas.
En nuestro centro contamos con expertos en problemas ginecológicos que, como este, requieren una actuación urgente. Por lo que es fundamental que, ante el menor síntoma sospechoso, acudas a un centro especializado, para identificarlos y actuar de forma rápida.